En la jornada de ayer Domingo se llevó a cabo como todos los años la celebración del aniversario de la pequeña localidad de Bernabé Rivera del interior del departamento de Artigas a 60 km de la ciudad de Artigas, con interesantes actividades al aire libre como en este caso, campeonatos de Fútbol Masculino, Femenino y los más pequeños del baby fútbol que participaron los distintos pueblos aledaños como Topador, Javier De Viana entre otros. Además la fiesta contó con el tradicional asado a las brasas, venta de bebidas, asado, choripanes, empanadas etc. Como cada año estuvieron presente las autoridades de la Intendencia Departamental de Artigas encabezado por el Intendente Pablo Caram quién hizo uso de la palabra en el espectáculo con palabras emotivas y anunció mejoras en dicha localidad algo planificado en su gestión como gobierno departamental. Para finalizar artistas en el escenario como La Banda Municipal de Artigas, Grupo de Danza de Juventud y Cultura de la Intendencia de Artigas, al cierre la banda de música tropical Sonido Original.
El equipo de Cero Estrés único medio de Salto presente
LA HISTORIA DEL PUEBLO
Algunas son casas viejas y sólidas, otras más modernas y coloridas. También se ven ranchos de lata presentados con mucha prolijidad. Hacia las afueras del pueblo se divisa una construcción enorme que supo ser el lujoso casco de estancia de los hermanos Manuel y Martín Allende, primeros habitantes de la zona.
En 1885 los hermanos donaron solares frente a su establecimiento –hoy al borde del derrumbe y tapado por maquinaria argícola– para quienes desearan vivir allí. El pueblo ganó el nombre de Allende en honor a ellos.
No fue hasta fines de 1956 que la localidad pasó a llamarse Bernabé Rivera, en honor al sobrino de Fructuoso Rivera que, en 1832, murió en la zona en manos de los indios charrúas a los que perseguía. Sin embargo, sus habitantes, muchos en disgusto con el nombre oficial, siempre llamaron al pueblo Yacaré, debido a un arroyo que pasa cerca.
Euclides Alvez, de 55 años, destaca el aislamiento de su pueblo con respecto al resto de Uruguay. “Estamos colgados en el rincón del país”. A 60 kilómetros de la ciudad de Artigas, Bernabé Rivera está muchísimo más cerca de Brasil –a nivel geográfico y cultural– que de Montevideo. El portuñol que hablan los pobladores, los nombres de las tumbas en el cementerio y la botella de guaraná en el almuerzo son signos que evidencian esa realidad.
Hace un siglo en el pueblo vivían más de 1.900 personas, hoy quedan 380. La cercana estancia La Videlina llegó a tener 50 mil ovejas y 12 empleados; ahora solo se dedica al ganado vacuno y contrata solo a unas cuatro o cinco personas. Además de la falta de trabajo, el departamento de Artigas tiene los salarios más deprimidos del país.
Pero para Jorge Viera e Idalina Montaña, quienes criaron ocho hijos en el pueblo, los tiempos son mejores hoy. Viera recuerda cuando para trabajar, en lugar de auto o moto, había caballo o carretilla. Montaña, huérfana de padre desde pequeña, ayu- daba a su madre a lavar ropa en el arroyo y fue una de las dos privilegiadas, de entre sus 10 hermanos, que aprendió a leer.
Pasaron de vivir en el monte, en un rancho de barro con fogata afuera, a una vivienda de Mevir frente a la plaza. El menor de los ocho hijos –“por suerte todos salieron trabajadores”, según Montaña– fue el único que decidió estudiar y, tras un esfuerzo gigantesco, se recibió de ingeniero agrónomo. Es el orgullo de la familia, al igual que los tantos nietos, que ya no los pueden ni contar.
Pasaron de vivir en el monte, en un rancho de barro con fogata afuera, a una vivienda de Mevir frente a la plaza. El menor de los ocho hijos –“por suerte todos salieron trabajadores”, según Montaña– fue el único que decidió estudiar y, tras un esfuerzo gigantesco, se recibió de ingeniero agrónomo. Es el orgullo de la familia, al igual que los tantos nietos, que ya no los pueden ni contar.
Hace poco más de un mes, Alvez fue contratado por la Intendencia de Artigas para encargarse del mantenimiento de Bernabé Rivera. Sus vecinos le dicen “el intendente del pueblo” y desde entonces el optimismo volvió a reinar en las silenciosas calles de la localidad.
“Parecía que nos estábamos enterrando, porque éramos un pueblito olvidado. Pero ahora hay esperanza, vamos a ver”, opina Montaña. Le gustaría que los jóvenes colaboraran más y, sobre todo, que estudien. Lo repite una y otra vez: “Ahora hay muchas más oportunidades, y el que no progresa es porque no quiere”.
En 2013 se graduó la primera generación de alumnos del bachillerato de Bernabé Rivera, que se abrió en 2012. Hasta entonces, el liceo iba solo hasta cuarto año y un grupo de estudiantes luchó con firmeza para cumplir su objetivo de terminar la enseñanza secundaria en el pueblo.
Entre ellos estaba Renata Márquez, de 22 años. Desde entonces su principal actividad es ayudar a la madre con la casa y el kiosco que atiende. “Me gustaría quedarme en el pueblo, ¿pero hace cuánto que estoy buscando trabajo y no encuentro? Y si no hay trabajo, tendré que irme. No queda otra.”
Alvez escuchó hace años que a cinco kilómetros de su pueblo, a 1.800 metros de profundidad, hay aguas termales. Y sueña, desde entonces, que algún día se pueda crear una zona turística para que Bernabé Rivera vuelva a crecer. Tiene bien claro que ningún otro tipo de empresa irá a parar a tan recóndito lugar.
Hace un siglo en el pueblo vivían más de 1.900 personas, hoy quedan 380.
Trabajo Periodístico y Redacción
Sebastián Bonini
Felicitaciones al periodista Sebastián Bonini por el completo reportaje en la hermana ciudad de Artigas