Este domingo se cumplen 95 años del nacimiento de la radiodifusión en Salto

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En los primeros días de junio de 1927, la emisora CWOJ inició sus pruebas, pero la fecha fundacional se estableció el 19, jornada en que se celebró la complementación de la expresión gráfica del periódico con la versión oral: Radio Tribuna Salteña.

Sobre el tema publicaría El Heraldo Salteño: “Como en toda manifestación de progreso, las etapas iniciales fueron difíciles, más que- en este caso- se requería una técnica nueva, costosa en sus comienzos, a lo que se agregaba el muy escaso número de receptores- su posesión era privilegio de las familias pudientes- lo que conspiraba contra la financiación de sus actividades. Por lo tanto, la limitada cantidad de oyentes hacía que no contara con la preferencia de la publicidad.”

A fines de los 40, la radio pasó a ser dirigida por Don Ramón J. Vinci, quien quiso y logró que “resonaran todas las voces, aún la abiertamente discrepantes con nosotros” porque entendió que “la libertad de pensamiento no radica en permitir que se diga lo que nos agrada, sino fundamentalmente, admitir que se diga aquello que configura un frontal ataque a nuestras propias convicciones.”

Refiriéndose a la emisora también dijo que se había propuesto hacer una radio distinta No sólo música y propaganda como se estilaba. “Queríamos ser, a nuestra manera, protagonistas de un proceso más vasto. Queríamos que CW 23 fuera intérprete de la comunidad a la que debía servir y que recogiese plenamente sus vibraciones. Pero queríamos a la vez informar, para que la velocidad de la comunicación pusiera al público en contacto al instante con las noticias. Surgieron entonces los informativos.

Y la asidua transmisión de las competencias deportivas. Y la presencia dondequiera ocurriera o se desarrollara un acontecimiento significativo.

Pero para responder a la denominación “Cultural”, debíamos contribuir al quehacer formativo. Y para ello dimos nuestra opinión. Así nació “El Heraldo Salteño”. Pero no bastaba nuestra opinión. Era necesario que otras, muchas, se difundieran para que se confrontasen juicios. Y se discutiesen enfoques de las vertientes más dispares, porque a través de ese mecanismo, se hace cultura, que no es otra cosa que la fluencia constante de ideas y de conceptos que, aún antagónicos, contribuyen a través de la decantación que cada una realiza, a enriquecer el acervo espiritual.”
Decía su númen rector: Logramos que por Radio Cultural- en esa polémica casi permanente- desfilaran las figuras más prominentes del país. Literatos y artistas aquí tuvieron su tribuna. Difundimos los grandes valores de la música y del teatro. Estuvimos en las manifestaciones deportivas que son la eclosión del entusiasmo colectivo.
Nada de lo que aconteció en el mundo fue ajeno a Radio Cultural, y con más razón lo que sucediese en Salto. La Emisora sintió al terruño con emoción y sus causas las hizo propias. La represa de Salto Grande contó con ella desde su hora primigenia entre sus impulsores.

La Difusora estuvo entre sus forjadores porque alentó su construcción siendo partícipes de inolvidables movilizaciones y cuando se pretendió hundirla en el olvido, estuvo en la primera fila entre los que bregaron por rescatarla y convertirla en la fascinante realidad que hoy contemplamos.
Obras que nacieron del alma popular como el Hogar de Ancianos o el monumento a la madre la tuvieron como protagonista indiscutida.

La defensa de la libertad y la integral vigencia de los derechos humanos fueron sus postulados esenciales. La condena a los totalitarismos y la identificación con la democracia, fueron su bandera, la que flameó en lo más alto con dignidad republicana en noviembre de 1980.

Vayan estos recuerdos como homenaje a nuestros mayores, al tiempo en que reafirmamos nuestro compromiso por lograr que su voz se haga sentir nuevamente.

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