“Hechos y no palabras”

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Por Dr. Alvaro Vero – Esp. Salud Pública 

Lo del título lo manifestó en las redes un jerarca hospitalario frente a la incorporación de una excelente tecnología quirúrgica. Sin duda contradice los “hechos” de su larga y escabrosa participación dentro del sistema salteño donde no se encuentra destaque alguno y sí la utilización permanente de favores políticos de ambos partidos tradicionales (medió pedido de transferencia como en el fútbol) según las conveniencias personales. Desconoce que el hospital es una organización que moviliza voluntades para lograr mediante la colaboración servicios médicos de alta calidad, y que el fin último es la salud y la vida del paciente.

Muchos médicos, enfermeras y funcionarios sienten la responsabilidad como una vocación sagrada, altruista y vocacional. No puedo inscribirlo en ninguna de las tres características amigo “hechos y no palabras”.

El hospital es un sistema humano, no es mecánico, el paciente no es un trozo de materia prima que circula pasivamente a través de máquinas y procesos de ensamblaje; el paciente depende de las personas en cuyas manos está el cuidado y en la capacidad y acción, de estas personas.

El hospital trata cotidianamente con situaciones críticas de la vida y la muerte, de la salud y calidad de vida, y tiene la pesada carga de la responsabilidad moral y cuando estos factores están en juego, hay poca tolerancia para el error o la negligencia.

Se espera que también responda a las necesidades y demandas de la comunidad en relación con la salud, y que cumpla con un gran número de requisitos médicos y legales.

A lo largo de su preparación los médicos han sido instruidos y adquirido una serie de actitudes comunes, de valores compartidos y de comprensión mutua acerca de su trabajo y de las relaciones de trabajo con los demás que quizás Ud. desconozca.

En estas están comprendidas las normas de proporcionar atención adecuada, devoción con el deber, lealtad, generosidad, y altruismo, disciplina de trabajo, aptitud y capacidad.

La profesionalización y la especialización alejan la línea de autoridad única, más bien que ésta fluye por varias líneas de mando, legada a la capacitación en forma diferente a las organizaciones convencionales.

El ejercicio del cumplimiento de la ética y la moral solo ha dejado en algún caso dinero mal habido, de otra forma no es posible valorar hechos despreciando las palabras que denuncian quejas justificadas.

¿Es posible que se naturalicen ausencias de especialidades básicas?, ¿que existan equipos no utilizados porque no hay suficientes profesionales?, ¿que se ingresen pacientes luego de 3 años de espera y se den de alta porque no hay anestesista?, ¿que para mejorar la visión hay que esperar en este momento (12/22) hasta ( 5/23)?, ¿que se tengan que mandar pacientes a operar a Bella Unión o Montevideo, Tacuarembó, Paysandú …etc., por no desarrollar o hacer posible atenderlos aquí? ¿Es posible que se tengan dificultades para contar con anestesistas cuando existen 4 directores? Y con un solo urólogo que permanece 24 horas de servicio siendo inhumano. ¿Cumplen los directores al menos 8 horas de trabajo diario? ¿Cuentan con proyectos para el hospital de futuro? ¿Es posible que toda la dirección sea nominada políticamente, a dedo, sin medir consecuencias ni validaciones éticas y morales? ¿Se admite el faltante de medicamentos, las colas de madrugada, o a toda hora en la emergencia, el autoritarismo con que se pretende dirigir sin experiencia alguna?

Como se observa existen razones para “las palabras” de la sociedad y muchas carencias o “hechos” como ud. dice, que deberían devolverle al Hospital Salto el sitial que le corresponde y que siempre tuvo.

 

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