LA FIESTA PROGRESISTA: el inmoral despilfarro de los dineros del pueblo.

LA FIESTA PROGRESISTA: el inmoral despilfarro de los dineros del pueblo.
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Según reconoció el Gerente encargado de las plantas de Cemento Portland que tiene Ancap (una en Paysandú y otra en Minas) en la Comisión Investigadora del Senado, en el 2007 se elaboró un plan estratégico por el que se invertirían 118 millones de dólares en reformas y mejoras. 118 millones de dólares es mucha plata.
Pues bien, le erraron en el cálculo y en lugar de esa suma, Ancap destinó 251 millones de dólares. Si, más del doble.
En cualquier empresa que hace un plan y decide una inversión, si la misma cuesta más del doble se llama a responsabilidad a quienes cometieron ese error. Pero eso no es todo, porque con el paso de las confesiones nos enteramos de dos hechos aún más graves.
El primero, que Ancap todavía planea destinar 230 millones de dólares más a las plantas de Cemento Portland. Si, ¡481 millones de dólares en lugar de los 118 millones que estimaba debía invertir!
El segundo hecho es igual de insólito.

 

Preguntado sobre si se estaba cumpliendo el objetivo de dejar de perder dinero, reconoció que no. Según informó, además de haber destinado 251 millones de dólares, las plantas perdieron el año 2014 29 millones de dólares, el 2015 perdieron 22 millones y en este 2016 aspiran “a tener un régimen más parejo“ por lo que ¡sólo perderán entre 10 y 12 millones de dólares! Sublime…
Pero hay más.
Ancap también se embarcó en una inversión en una planta de cal en Treinta y Tres. En su plan estimaba que la inversión costaría 45 millones de dólares. Pero lleva ya invertidos en ella 120 millones de dólares (de nuevo mucho más que el doble) y planea invertir otros 27 millones de dólares más.
Preguntado sobre si se estaban obteniendo ganancias, volvió a reiterar lo mismo que con las plantas de Portland: no.
Además nos encontramos con que en el año 2014 se pagaron 7 millones de dólares por multas por que se había comprometido un material de una calidad distinta al que se produce.

En el 2015 se mejoró y se estiman las multas a pagar fueron de ¡2 millones de dólares!
Pero esto no termina aquí.


También se reconoció que la Planta Desulfurizadora de La Teja (que fuera inaugurada por la Presidente Cristina Kirchner rodeada de una barra de muchachos de La Cámpora, fiestita que salió más de 1 millón de dólares) costó 421 millones de dólares.

 

En algo que parece ser recurrente, el estimativo de costo era de 90 millones (es decir,

costó más de cuatro veces más de lo que se proyectó).
Hay más noticias para este boletín.

El Directorio de Ancap nos informó que la Planta Regasificadora que estaba construyendo con la UTE a través de Gas Sayago era uno de los proyectos más importantes que tenía el ente.

Luego nos enteramos que se rescindió el contrato con la empresa constructora y se le cobrará una multa de 100 millones de dólares. Bien. Sin embargo, los directores de Ancap reconocieron que tan sólo en dragado y conexión de gasoducto ya se llevan gastados por el Estado Uruguayo, 140 millones de dólares. Es decir, ya el Estado tiene una pérdida de 40 millones de dólares, sin ningún avance significativo.
Los números asustan.

 

El solemne acto en el que los ministros Cosse y Astori tiempo atrás informaron de la “intervención” de Ancap puso, entre otras cosas, blanco sobre negro el costo de la fiesta de derroche y dispendio que ha sido ese ente en los últimos años. A costa, claro, del bolsillo de los uruguayos.
Para empezar, el Estado uruguayo, o sea todos los que contribuimos con nuestros impuestos a mantener una estructura que supuestamente estaría para servirnos, volcamos directamente unos 630 millones de dólares.

A esto hay que sumar unos 250 millones de dólares más que vino de un préstamo externo que, aunque a veces no se explica tan claro, significará un aumento del endeudamiento externo del país.

 

Casi 900 millones de dólares que volcamos al ente emblema del Estado uruguayo para que este no baje la cortina.
Y eso no es todo. Según un estudio del economista Ignacio Munyo, lo que los ciudadanos hemos volcado a Ancap como sobreprecio del combustible en estos años, suma ya más de US$ 700 millones. Con lo cual la cifra de la fiesta en Ancap trepa a niveles de escándalo.
De golpe, parece que llevar al filo de la quiebra a una empresa que vende un producto de primera necesidad en un régimen monopólico, tomando decisiones de inversiones ruinosas e inexplicables, es algo normal, comprensible, justificable. Si no, no se entiende que los ciudadanos debamos volcar todos esos millonarios recursos, que tanta falta hacen en otras áreas, para salvar a una empresa que va a seguir siendo gobernada por el mismo equipo que la llevó a su actual situación penosa.
Por ejemplo, así como a la pasada, la ministra Cosse anunció en dicha conferencia que se va a revisar el porcentaje de biocombustible que se mezcla a las naftas porque resulta demasiado caro. O sea que lo que está diciendo es que la millonaria inversión que se hizo en Alur no sirve para nada.

Entonces, ¿quién es el responsable técnico que tomó la decisión de hacer esas inversiones? ¿Quién es el responsable político? ¿Ninguno va a pagar ningún costo por errarle de manera tan escandalosa a la hora de manejar la plata de todos los uruguayos?
Lo mismo pasa con la inversión en la planta de cemento, en el aumento de los costos de distribución, y tantos otros proyectos faraónicos que se acometieron en la última década por parte de Ancap, y que lejos de generar activos y nuevas fuentes de ingresos para el ente, solo suman pérdidas y números rojos a los ya de por sí complicados balances de la empresa.

 

¿Nadie se hace cargo?

 

El intendente de Montevideo Daniel Martínez, el vicepresidente Raúl Sendic, los gerentes que han tomado decisiones ruinosas con bienes públicos, muchos de los cuales encima se negaron a concurrir a la comisión investigadora del Parlamento… Ninguno parece tener el mínimo sentido de dignidad y amor propio como para salir a la palestra y pedirle disculpas a la ciudadanía, que deberá pagar el costo de sus malas e irresponsables decisiones.
Pero por encima de esto hay dos figuras que resaltan por su peso político y su relevancia en los últimos años, cuya actitud no debería pasar desapercibida a los ciudadanos que pagarán esta fiesta: el actual ministro de Economía, Danilo Astori, y el senador José Mujica.
Ambos, por acción o por omisión, son los responsables políticos centrales de este drama que tuvo su epicentro en el período anterior cuando uno estaba a cargo de la economía del país, y el otro ocupaba la Presidencia.

 

Por Nery Pinatto

 

 

 

 

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